Según EAE Business School, los plazos de morosidad en España son los más largos de Europa. Esto obliga a que muchas empresas tengan que adelantar el pago del IVA de facturas que aún no han cobrado, lo que genera problemas de liquidez, descapitalización y, en el caso de las PYMES y autónomos, hasta riesgo de quiebra. Sin embargo, el IVA es solo uno de los múltiples costes de la morosidad que deben asumir las empresas con una cartera pendiente de cobro.
En esta publicación, queremos despertar conciencia sobre el coste real de la morosidad que deben asumir las empresas que deciden otorgar crédito a sus clientes. Así como el impacto de la morosidad en el flujo de caja, entre otros aspectos relevantes.
¿Qué vas a encontrar en este texto?
La morosidad es el retraso en el pago de las deudas vencidas. Aunque pueda parecer un simple desajuste temporal, en la práctica implica que la empresa acreedora debe asumir gastos adicionales para cubrir el vacío que deja la falta de cobro. Estos gastos no siempre son visibles de inmediato, pero terminan acumulándose en la estructura financiera del negocio.
El mayor riesgo es que la empresa se convierta en una financiadora involuntaria de sus clientes morosos, soportando costes que no le corresponden.
La morosidad no solo implica retrasos en el cobro: conlleva una serie de costes que afectan la rentabilidad de la empresa. Estos se dividen principalmente en costes directos e indirectos.
Son aquellos que se pueden medir y relacionar de forma inmediata con el retraso en el pago:
Son menos visibles, pero igual de perjudiciales porque afectan a la estabilidad del negocio a medio y largo plazo:
Para dimensionar su impacto, no basta con medir la deuda pendiente. Es necesario sumar los gastos de gestión, intereses por financiación, posibles descuentos que se ofrezcan para recuperar el pago y las oportunidades de inversión perdidas. Un software de gestión de cobros puede ayudarte a tener visibilidad clara de estos indicadores y calcular el coste total de la morosidad sobre tu margen operativo.
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Digitalizar ya no es suficiente: pasar de archivos en papel a hojas de Excel solo resuelve una parte del problema. La verdadera eficiencia llega con la automatización del ciclo de cobros, donde la tecnología no solo organiza, sino que actúa de forma proactiva para reducir los impagos.
Un software de gestión de cobros permite:
Considerando los costos asociados a la morosidad, derivados muchas veces por una mala gestión de cobranzas, ¡es crucial integrar un software impulsado por inteligencia artificial para optimizar la gestión! En este escenario, la automatización no es un lujo, sino una herramienta estratégica para garantizar liquidez, reducir costes ocultos y proteger la rentabilidad.